A finales de Otoño, cuando ya el frío enseña los dientes, andaban gaviotas, garzas y cigüeñas de festín en la marisma. En algún arrozal andaluz, el Cangrejo americano es el menú del día para numerosas aves. Hoy toca mariscada. Frente a mi cámara, mientras inmortalizaba una sucesión de cacerías, sucedió una curiosa historia. Una Gaviota sombría intentando zamparse a uno de estos crustáceos no es algo raro de fotografiar, pero no tan habitual es que la gaviota cazadora de cangrejos cambiase su estatus a gaviota cazada por congrejo en cuestión de segundos. Como es de suponer, el ave se las prometía felices cuando descubrió a la que creyó ser su presa en las aguas poco profundas del arrozal. Lo que no entraba en sus planes es que el cangrejo vendiera tan cara su derrota. En un descuido, las pinzas del cangrejo encontraron plumas donde agarrarse. Para siempre. Varias volteretas, zarandeos y picotazos de la gaviota fueron en vano. El cangrejo seguiría tan aferrado al plumaje de la gaviota como aferrado anhelaba seguir a la vida. En tierra, mar o aire...
Me ha encantado la secuencia! :)
ResponderEliminarSaluditos.
Gracias, Tanoisa. Es una de las muchas curiosidades que nos muestra la naturaleza cuando le prestamos un poquito de atención. Saludos.
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